Pronto llegará la primavera, el aire empieza a ser cálido, los fríos se van, salen las faldas, los vestidos ligeros las camisas de lino y las sandalias del closet y nos sentimos felices... Como cada año miles de personas se reunirán en diferentes sitios arqueológicos para darle la bienvenida a la estación y cargarse de "buenas vibras"...
En realidad no sé que tan efectivo sea eso de vestirse de blanco y hacer meditaciones, cantos o qué se yo que otros ritos, parada en las pirámides, quizá un día lo pruebe y entonces podré decirles. Lo que sí sé es que la primavera, como bien dice mi cuñada Claudia es"prodigiosa". Es probable que quienes viven en lugares donde hay el deshielo y pasan del paisaje nevado al verdor intenso de la naturaleza lo aprecien más que nosotros que no tenemos esos cambios de estación tan marcados, sin embargo es rico dejar los suéteres en casa, caminar por la acera bajo el sol con el aire tibio, y ver retoños en los árboles, mariposas, libélulas -si se tiene suerte- y flores en los jardines y parques es un espectáculo al que hay que prestar atención sin importar dónde nos encontremos. Quizá de igual manera deberían retoñar en nosotros las ideas y proyectos abandonados, los afectos olvidados, las palabras que callamos.
Quizá es momento de reiventarnos, aunque constantemente me cuestiono si las personas nos reinventamos o resurgimos. Tal vez las capas que nos van dejando los años de vida van cubriendo nuestra esencia y nos vamos olvindando poco a poco de nuestros sueños, de nuestros deseos, de nuestras ilusiones más profundas y las remplazamos con otras más inmediatas o con las que el mundo y la mercadotecnia de la vida nos van imponiendo sin que nos demos cuenta o peor aún... aunque nos demos cuenta.
Urguemos entre las capas, pensemos en lo que queríamos antes, en las cosas que nos impulsaban, ¿son una realidad en proceso o acaso existen solo en nuestra mente como un recuerdo de lo que alguna vez quisimos?
Es primavera, tiempo de soltar los lastres, de mirar hacia adentro y ver si hay cosas que se han quedado atrapadas bajo esas capas de vida de las que ya ni nos acordamos y si están ahí quizá sea tiempo de atreverse a hacerlas, de tomar riesgos que igual salen bien o quizá no; de decidir que no queremos quedarnos con las ganas de algo por que al final del día siempre me pregunto ¿qué será peor? decir fui prudente, fui sensata, fui precavida, nunca me ariresgué, nunca me solté el pelo y dejo esta vida sin rasguños ni heridas de las batallas perdidas por que siempre caminé por la acera segura como adormecida y con esos deseos de antaño muriendo dentro de mi ... o decir, me atreví , a veces gané, aunque no siempre se gana, tuve éxito y fracasos, dolor y alegría inmensa, heridas que fueron más que rasguños pero que valieron la pena por que viví, por que experimenté, por que me atreví seguir mis sueños que son esos motivos que hacen que la vida valga la pena. me parece que todos coincidimos en la respuesta... ¿no?
felices reflexiones...
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