de Yolanda Arellano Brun, el Sábado, 30 de abril de 2011 a las 19:03
Hoy recibí como regalo de día de las madres adelantado el cumplido que a las mamás más nos gusta escuchar de nuestros vástagos..."Mamá eres la mejoooor".
aunque claro había razones poderosas que motivaron ese elogio del pequeño ya que para festejar el día del niño Gaby , mamá del mejor amigo de Pat, y yours truly en un acto de amor inmenso habíamos accedido a llevarlos a la Expo Manga-Comic que tuvo como sede el " exclusivo & state of the art" Centro de Convenciones Tlatelolco... No, ni traten de disimularlo, -y en este punto entiendo que su rostro se esté empezando a desfigurar por la envidia de no haber asistido al evento-.
El caso es que llegamos a formarnos para comprar los boletos confieso que hacer la cola fue bastante divertido, ya que las personas iban vestidas de Goku, Vegueta, Naruto, Supersayayin triple compuesto y con giro al frente, you name it... los personajes de todos los comics japoneses existentes y por existir desfilaron frente a nosotros. Pelos pintados y engomados, body paint, disfraces que no logro explicar cómo aguantaban con el calor, grandes, chicos, había de todo. Las personas se admiraban mútuamente y comentaban los disfraces mientras nosotros sacábamos fotos y tratábamos de comprender esta cultura tan especial que surge a partir de los dibujos animados y que hermana a todos sus fans que cuando se miran intercambian secretamente pensamientos de las historias y personajes que los fascinan.
Por fin logramos entrar y nos encontramos con disfraces, muñecos, ropa, libretas, mochilas, snacks y bebidas japonesas y ¡hasta veladoras!, todo exhibido en stands que se perdían entre la multitud que caminaba por los pasillos al ritmo de la música de Pokemon "Gotta catch them aaaall" .
Los dos niños miraban todo extasiados y ansiosos de ir a encontrar los tesoros que esperaban llevar consigo al salir. De repente se oyó la voz de Mateo diciendo "Voy a llorar".
Entonces Gaby y yo nos miramos y supimos que esas cosas que hacemos por los hijos que a veces nos fastidian y nos dan toda la flojera del mundo valen la pena solo por ver la felicidad les damos y por saber que aunque quizá no seamos las mejores madres a veces realmente nos acercamos a serlo.
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