Rojo… intenso y cálido como algunos atardeceres, rojo dramático y escandaloso como la sangre cuando brota de la herida, rojo pasión, rojo peligro, rojo vida… amo el rojo, tan atractivo y sensual, te guiña el ojo como diciendo –Mira, aquí estoy, anda ¡acércate más! Se sabe irresistible... el muy cretino una vez que lo miras ya está, te absorbe, te penetra hasta los huesos pero la sensación es maravillosa.
Sobra decir que el rojo es mi color favorito.
Negro...ausencia de color como las noches sin luna… Negro sobrio, negro elegante, negro muerte. Tan diferente del rojo y tan parecido a la vez en su dominio total… ¿se complementan? ¿se contraponen? ¿Amigos? o rivales a muerte en la lucha constante de la pasión por la vida contra el miedo y la desesperanza…
Dos caras de la misma moneda parece ser.
Mark Rothko, magistralmente interpretado por Victor Trujillo en la obra de teatro Rojo se cuestiona lo anterior en un análisis genial del texto estético y su momento histórico; Jactádose de haber robado el aire a los cubistas hasta asfixiarlos -porque eso es lo que hacen las nuevas corrientes de pensamiento y sus expresiones artísticas- y al mismo tiempo en competencia con Pollock y con un pánico y desprecio evidente por el recién surgido Pop art que lo lleva a caer en contradicciones evidentes con sus propias ideas.
Rothko aleccionando a su aprendiz mostrándole las dos caras de esa moneda que es el texto estético y la crisis de los verdaderos artistas que no son aquellos que pintan florecitas y la belleza de un mundo en el que todo está bien, sino aquellos que viven en perpetua crisis existencial, cuestionándose siempre los más recónditos detalles del mundo y de la vida, de la evolución de las sociedades y lo que se gana y se pierde en este proceso evolutivo. De hasta dónde se compromete el artista con él mismo y con su obra y hasta dónde se vende y convierte su arte en un mero objeto de supremacía económica degradando al artista que se transforma entonces en un ser prostituido que se doblega ante este poder que a poco a poco va tomando el control de la sociedad de masas extendiendo sus tentáculos y corrompiéndolo todo.
El aprendiz (alfonso Dosal), escuchando siempre, creando sus propias ideas, dejándose explorar por el maestro en sus más íntimos y dolorosos recuerdos y absorbiendo el conocimiento, la retórica y la lógica del pensamiento hasta llegar a convertirse en un ser que finalmente confronta al maestro con sus propios postulados e ideas para hacerle ver que no queda más que dejar que el cambio llegue por que la vida es cambio y el cambio es vida... y será como siempre ha sido a cada tiempo su arte y al arte su libertad…
Felices reflexiones…
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