miércoles, 27 de agosto de 2014

El mejor regalo de mis padres...

Ni la educación, ni los viajes, ni nigún maravilloso objeto del deseo que pudiera cruzar por mi mente —incluida aquella corona de reina que mi papá me compró en NY– son lo mejor que he recibido de mis padres.


Después de su amor incondicional el mejor regalo que mis padres me han hecho en la vida llegó un 7 de Dic. de 1969 y le pusieron Luis. Supongo que fue mi regalo anticipado considerando que mi cumpleaños era exactamente una semana después y así un pequeño bebé de piel muy blanca que varios años después tuvo la osadía de crecer bastantes más centímetros que yo, llegó a mi vida. 
Sagitario, igual que yo y sin embargo tan diferente. Desde niño fue muy ingenioso, dibujaba muy bien, hacía maquetas con soldaditos que pintaba y aviones de aeromodelismo. También tenía un Kid acero y un vehículo gigantesco en el que lo metía y lo paseaba por montañas de tierra con su amigo Jaime de quien  al llegar del kinder el primer día de clases le dijo a mi madre "¡tengo un amigo de ojos morados!"  aunque en realidad eran azules. No le gustaba mucho hablar, supongo que como él me robó centímetros yo le robé esa capacidad de contar cosas sin parar, "yoyita cuéntales" solía decirme cuando quería que alguien se enterara de algo... Tampoco era un gran lector, mientras que yo me leía cuanto libro caía entre mis manos.
Él Era el delgadito, el de piel blanca, pelo medio caoba y ojos rasgaditos; el rebelde al que no le gustaba que nadie le dijera lo que tenía que hacer, el que quemaba las calificaciones después de haberlas escondido semanas y las echaba por el excusado intentando el crimen perfecto. El que pedia permiso de ir al baño en clase y jamás regresaba y hacía que mi madre visitara constantemente la escuela para oir algo asi como: "es muy inteligente pero no quiere hacer las cosas".
Acumulaba cosas en su habitación, todo lo metía debajo de la cama , o encima del sillón,  y mi madre le pedía desesperadamente  "alza tus cosas" hasta que un día lo amenazó y le dijo que como su cuarto era un tiradero, desde ese momento  iban a meter ahí todo lo que no supieran dónde poner. Supongo que llegó un momento en que enloqueció y empezó a guardar todo en su lugar y desde ese día se volvió Mr. Ordenado y no bromas.

Solíamos jugar a hacer casas con miles de cobijas y almohadas que poníamos entre las camas, y pasábamos horas dando vueltas en el garage de la casa en una carcacha de pedales que nos habían heredado los primos de puebla. Nos peleábamos, como todos los hermanos, pero siempre ha sido mi hermano consentido... y el único.

Mi hermano, que porta con garbo lo que sea que use pues tiene buena percha,  ya sea que juegue tennis,  golf, vaya a la bici o a correr, sale con el equipo apropiado (igualito que yo), siempre va muy arreglado y combinado por la vida y diciéndole a mi madre " mamá mi hermana es medio hippie ¿no?" y cuando hacía cosas locas también le decía "Ma, no es mala pero ¿qué no se te cayó de chica?" y me hacía reír mucho. Cuando se enteró que esperaba mi primer hijo sus palabras fueron: "estoy muy feliz por ti, ya vas a tener alguien que te comprenda"

Inteligente, audaz, parco en sus comentarios, maestro del sarcasmo y encantador cuando se lo propone. Con un carácter explosivo como cohete de feria del que hay que correr y esconderse cuando se enoja pero dulce y comprensivo cuando alguien necesita de él. Siempre positivo, aunque mucho más racional que yo. Cuando hace algo lo hace perfecto, o de plano no lo hace, pues desprecia la mediocridad abiertamente y sin miramientos. Algo que me encanta de él es su generosidad esa que a mi me cuesta porque soy medio "codita", también esa capacidad que tiene de ver todas las posibilidades existentes para resolver algo,  y que nada se le atora. Me encanta verlo con sus hijos, creo que es un gran papá aunque no podría ser de otro modo, tuvo un gran maestro. 
Compartir la vida con Luis ha sido divertido, gracias hermano por ser mi compañero, mi complice, mi amigo y sin duda, como ya dije al principio el mejor regalo que me han dado mis padres.




miércoles, 13 de agosto de 2014

Por qué amo el color...

Recorria los valles de Escocia cuando de pronto me llego a mi mente esta pregunta  ¿por qué amo tanto el color?
Amo el color que explota en las pupilas, que nos sorprende en las flores que sonríen de repente al doblar la esquina o en el azul del cielo que se llena de nubes que son como borregos que adoptan formas raras.
Amo el azul intenso del mar cuando es profundo, y el brillante turquesa de las aguas bajitas. Los dorados divinos de los campos de trigo, los rojos, cafés naranjas y amarillos de los valles y montañas y del cielo que muere dejando en su lugar las noches estrelladas. Amo el verde de la hierba que absorbe la mirada y esparce por la tierra semillas de esperanza.
Amo el color porque nos muestra la vida en sus diferentes gamas, a veces tan intenso que parece comernos y otras palideciendo perdiéndose en la nada. Ni el más maravilloso pintor puede igualar la maravilla del cielo al ponerse el sol, la transparencia del agua que se precipita por la montaña, el azul del mar cuando el sol brilla en todo su esplendor, el verde de la hierba y las gotas que quedan atrapadas en ella cuando acaba de llover...
El color es la vida,  cambiante y dinámica; diferente a cada minuto dependiendo de la luz que refleje,  ¿por qué amo tanto el color? ahora lo entiendo...  el color  es quizá mi forma favorita de sentir a Dios.