martes, 26 de abril de 2011

El mejor piropo

Tengo el placer de llevar 25 años compartiendo la vida con una mujer que me divierte, me entiende, me regaña, me echa porras, y es al final del día una hermana que la vida me dio a falta de una biológica. Hace 2 años empezó a caminar y  yo  a veces la acompaño  para arreglar el mundo en 45 minutos, reírnos, reflexionar, meditar etc. y luego volver a la realidad. Aquí les comparto esta nota que ha escrito sobre sus caminatas. Espero que la disfruten y se rían tanto como yo lo hice...

Yolanda


"EL MEJOR PIROPO"
POR: MARCELA RIVERA
         27.03.11
“Hora Inspiracional” 5:50 am (sigh!)

He de confesar que el ejercicio, no es lo mío. Nop, Dios no me proveyó de un cuerpo que gozara del beneficio de la coordinación motriz, pero si de una flojera absoluta para mover mi cuerpo de cualquier forma que requiera ritmo y cierta coordinación. Lo intente todo a lo largo de mi vida: Correr, jugar tenis, equitación, aerobics, natación, golf, etc. Lo único que me gustaba era la gimnasia olímpica, ya que la idea  de volar haciendo piruetas por el aire me parecía (y me sigue pareciendo) fantástica y liberadora…NUNCA lo logre. Mis pies no se despegaron del piso salvo una o dos ocasiones…Que tristes recuerdos!

Bien, así transcurrió mi vida, sin ejercicio (y yo era muy feliz sin el, eh!!!!)…Hasta que se unieron dos factores, que de no haber coincidido probablemente me seguiría haciendo sonsa con eso de “mover el cuerpo”.

El primer factor fue que adoptamos una perra labrador: Tatsi. Cuando la trajimos a la casa tendría aprox. un año. Y lo que nadie me dijo es que el animalito poseía una energía devastadora…literalmente DE-VAS-TA-DO-RA!. La perra simplemente no se podía dejar de mover, rascar, hurgar, morder, y merodear por donde pudiera. Tenerla adentro de la casa era, simplemente, dejar entrar a un huracán. Y como no concibo tener una mascota de azotea (para mi una mascota es OTRA responsabilidad, es decir, un tercer hijo en pocas palabras; sin tomar e cuenta a mis otros dos gatos), pues me vi en la penosa necesidad de tomar la decesión: “He de sacar a esta perra a caminar para que desfogue sus ímpetus y se canse por lo menos un poco”.

Segundo factor: El irremediable paso de la edad. Para cuando llego Tatsi a mi vida ya le andaba pegando a los 40 y por otro lado a los 70…Pero a los 70 Kg. de peso!  Así que la caminada, ejercicio fácil, que llevo a cabo todos los días cuando me auto transporto de un lugar a otro con mis propias patas no debería ser GRAN problema si lo hacia de forma programada y cotidiana durante cierta cantidad de tiempo al día.
Y así lo decidí. Me aplique unos pants, una playera y unos tenis (eso si muy profesionales de caminata, para no hacerme pedazos las rodillas),  y para fuera con la perra y su correa.

Me tarde como 5 minutos en discernir que eso de la correa no era buena idea. Tatsi definitivamente (con todo y mis 70) tenia un entusiasmo, alegría y una fuerza que simplemente no me permitían tenerla controlada…Y a la segunda ampolla, abdique y la deje libre. La primera vez que salimos fue un caos que duro 15 minutos. Yo quede exhausta y ella, como “el viento a Juárez” integra e igual de inquieta el resto del día.

Para la siguiente semana, decidí alargar el tiempo HASTA 20 MINUTOTES. Misma historia: La perra impávida y yo cansada, pero ya no tanto. Además, me percate que no era nada tonta y estaba aprendiendo a “obedecerme” y seguirme cuando se lo indicaba. Era hora de incursionar hacia nuevos horizontes ya que por lo menos yo ya estaba hasta “my mother” de dar vueltas como burro de carga en la pequeña calle en la que vivíamos. “Vamos a conquistar al mundo, me dije un día”, y salimos a las calles de la zona. Donde los verdaderos peligros se encuentran: Coches, banquetas desniveladas, árboles, basura tirada, personas que odian a los perros Y a los dueños de los perros…Y el mas horroroso de todos: El albañil.
En aquel entonces por definición para mi, un albañil, era un “naco ofensivo” que viene con chip integrado para gritarle cosas desagradables y silbarle a las muy delicadas y bellas damiselas que distraídamente pasamos cerca de sus obras…Que horror! Que cosa tan desagradable!

Han pasado algunos años y  con ellos 15 Kg. menos para mí. Por la edad Tatsi esta mas aletargada (por fin). Hoy, y desde hace tiempo, caminamos 1 hora diaria. Por un lado ella me lo pide y por el otro, mi cuerpo se lo exige a mi mente. He tenido muchas experiencias caminando con mi perra. Se ha convertido en mi confidente, me entusiasma la emoción con la que me ve cuando nota que traigo la bolsita de plástico en l a mano para recoger sus cagadotas (perdón, pero no hay otra palabra), ya que sabe que es SU HORA.
Dentro de lo desagradable, ha habido personas que y se ponen verbalmente agresivas por que creen que los perros son para tenerlos encerrados y les molesta que pasemos frente a sus casas, aun mas viendo que la perra va sin correa. Aunque se le note en la carita  a la linda Tatsi  que la pobre, que es mas mensa que mansa  (hasta a los gatos ajenos les tiene miedo), y que seria incapaz de agredir, ladrar o morder  a nadie, como ellos si lo hacen con nosotras. Otros, ya la conocen, a ella  no a mi aclaro, y la saludan con mucho cariño. Los señores que recogen la basura, bueeeeeno, son sus mejores amigos. Los niños de la escuela cercana, no dejan de venir a saludarla y rascarle la panza a través de la reja todos los días. Se ha ganado el cariño de mucha gente. Por que he de admitir que la perra hasta carismática resulto.  En fin…muchos detalles aquí y allá que le dan sabor a las caminatas, pero hay dos que me dan especial alegría en el día.

El primero, que no hay fuente que Tatsi no detecte a 50 metros de distancia y que no aproveche para darse un buen chapuzón. ES INEVITABLE,  y además a la “CHE” perra le causa un delirio de alegría que no le puedo quitar. Obvio, me mete en cada bronca...

El segundo son aquellos “monstruos” con sus horrorosos silbidos  y frasecillas. Si, los albañiles. Confieso que después de 4-5 años caminando regrese a mi peso, como ya dije, y la mayoría de los días me avientan un piropo aquí y allá (muy creativos por cierto). He aprendido a escuchar con otros oídos y mi percepción de “aquellos nacos” a los que consideraba un peligro extremo en un principio, se han vuelto los mejores proveedores de autoestima en mi vida, y por ende hasta cuates los considero.

Definitivamente no hay mejor frase  más creativa y halagadora, ni piropo más sincero que un buen silbido de un albañil para que mi día sea completamente feliz. No puedo evitar sonreír y agradecerlos cuando los recuerdo…


FIN
Tatsi, my BFF!

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