lunes, 9 de mayo de 2011

El día que nos da en la madre


"Odio el día de las madreeeeeees" es una frase que frecuentemente he escuchado cuando se acerca el 10 de mayo...

La pregunta obligada entonces es ¿por qué existe semejante cosa? un festejo que nos recuerda que algún día en una de esas noches de locura y pasión nos entregamos al hombre amado (en el mejor de los casos) que por la magia, el misterio y milagro de la vida nos convirtió en lo que siempre quisimos ser...mamás.
 Pero ¿Qué significa el día de las madres?  además un concepto de mercadotecnia para hacer que padres, esposos e hijos nos demuestren su amor saliendo corriendo a comprar las encarecidas flores, chocolates, perfumes bolsas o cualquier otra monada  a su alcance para hacernos ver así cuan importantes y maravillosas somos.  Un día en el que que los restaurantes ven desfilar grupos de familias que disfrutan la "bonita convivencia" con la madre/suegra/abuela  aunque a veces sea  forzado, y de malas y después no la vuelvan a ver  hasta el siguiente año.
Es cierto, el día de las madres es toooodo eso aunado a la mezcla de sentimientos de rechazo que provocan este tipo de fechas programadas en donde "Tenemos que..." convivir, comprar, comer, hablar etc y encima soportar tráfico infernal y multitudes en todos lados; lo cual de entrada es suficiente para que sea temido y odiado por muchos salvo, claro, por  quienes se ven beneficiados en sus ingresos por las ventas que genera...
Al igual que todo en la vida, un día de las madres se puede convertir en lo que nosotros queramos hacer de él; puede ser una ocasión ideal para reflexionar, para recordar cosas que tal vez están empolvadas en nuestra memoria.
Podríamos levantarnos pensando en lo que amamos de ser madres, en las cosas que nos hacen amar a nuestras madres  o en lo que admiramos de otras mamás que día a día vemos  dejar la vida en el empeño de criar, educar y amar a los hijos para hacer de ellos las mejores personas que se pueda en el mundo loco de hoy.  
Ser mamá es una condición que nos brinda algunas de las mayores alegrías de la vida que nos permite ver crecer a esos pequeños seres, ayudarlos y acompañarlos en esta aventura increíble llamada vida y dejar que nos sorprendan con sus maravillosas personalidades, sus logros, sus intereses, su humor... Pero ser madre también es vivir en el cuestionamiento perpetuo de si lo que estamos haciendo es lo mejor,  de si nos hemos equivocado en nuestras decisiones, castigos, consejos etc. De si hemos sido demasiado duras, o demasiado blandas... 
No existe un manual que nos convierta en madres perfectas,  pero el serlo asegura en mayor o menor medida el desarrollo de habilidades supernaturales como visión de rayos x que logre ver lo que hay en lo más profundo del corazón de nuestros hijos, Oído biónico que lo escuche todo aún sin que las palabras salgan de sus bocas, y sentido arácnido que nos alerte del peligro aún cuando nadie más pueda verlo (especialmente ellos).  Ser madre requiere de un corazón de león, fuerte y noble para aguantar y perdonar sin límite y  voluntad para enfrentar los muchos sacrificios y responsabilidades que implica  pero que están pagados con creces con las incontables alegrías que nos otorga.
La figura de nuestras propias madres se hace aún más grande de lo que era cuando compartimos su experiencia, cuando comprendemos todo lo que han hecho y siguen haciendo por nosotros y la forma en que nos han amado aún en esos momentos en que fue realmente difícil y el enorme hueco que dejan en las vidas de quienes ya no las tienen en esta existencia.

Hoy mientras esperaba a que le cortaran el pelo a mi hijo llegó una mujer al salón, era jóven — tendría unos 30 años cuando mucho—  bonita,  lucía feliz mientras empujaba una carreola con dos bebés. Les hacía las caras más chistosas, les hablaba con voz dulce  inventando juegos y canciones y entonces recordé...
Recordé la maravillosa época en que yo hacía exactamente lo mismo y  lo mucho que disfrutaba el vivir en ese mundo donde sólo cabíamos los dos. Recordé la inigualable sensación de acunar a mis hijos en mis brazos y luego quedarme dormida escuchando el latido de su corazón. Recordé lo genial de  esa magia compartida que constituye la maternidad, lo afortunada que soy por tener  dos adorables hijos que y por tener conmigo a esa mujer a quien tengo el privilegio y la suerte de llamar mamá.

¡Felicidades a todas!






2 comentarios:

  1. En efecto, es un marketing day, hace poco escribí de eso y a mi me parece patético este como todos los demás días. Yo creo que a la gente que queremos la debemos de celebrar siempre, estos dias son totalmente sacados de la manga para obtener beneficios comerciales.
    No hay UN restaurante que no este abarrotado, y es por culpa de la bola de loosers que festejamos a nuestra Mamá.
    Yo festejo casi diario a mi madre y no necesito comprarle nada.
    Ayer mi hija me decia que para el día del padre me comprará una loción con sus ahorros y le respondi que no gaste en tonterías, que valía mucho más una cartita de amor con su puño y letra.

    ¡HE DICHO!

    Me permito invitarlos a mi blog www.amargadonervio.com y chequen los AMARGUES titulados MARKETING DAYS... y TENER QUE...

    Me encantó tu columna, felicidades!

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  2. Oye, puse un super coment y me lo borro! :(

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