sábado, 25 de junio de 2011

Bajar los muros para volver a sentir...

En la vida todos pasamos por épocas difíciles: rupturas, pérdidas, fracasos, desilusiones, problemas graves etc.  y todas estas cicatrices que nos van quedando en el alma nos llevan a construir muros de protección mientras pasamos por periodos de duelo,  enojo,  tristeza ,  cuestionamiento constante del por qué de las cosas etc. Generalmente si hacemos bien el trabajo interno, en algún momento llegamos al perdón, a la paz , a la resignación, a  la aceptación o incluso a la comprensión de estos sucesos para seguir nuestra vida como supervivientes de guerra,  tratando de hacerlo lo mejor que se pueda.
Sin embargo a veces entramos en un adormecimiento,   tratamos de evitar algunas situaciones ya sea consciente o inconscientemente y   es por esta razón que subimos nuestros muros , que en algunos casos llegan a ser verdaderas murallas, que se convierten  en elementos de protección necesarios que nos acompañan siempre y cada vez que nos acercamos a algo y empieza a hacernos ruido en el corazón el puente levadizo se cierra para mantenernos intactos y alejados .  El tiempo pasa... a veces meses, a veces años... uno, o muchos...  nunca sabemos en realidad cuanto dura esta situación y es la misma persona la que decide si algún día bajará sus muros o permanecerá dentro de ellos para siempre.

Hay quienes nunca superan el pasado y se prometen jamás volver a intentar algo, nunca enamorarse nuevamente,  no profundizar  en nuevas relaciones o hacer nuevos amigos, jamás volver a confiar en alguien y cosas por el estilo;  y se convierten en supervivientes funcionales aunque un poco autómatas... Sin por ello dejar de ser personas felices, simplemente con áreas de su vida en las que todo se detiene , como una esquina del jardín donde no dejan que nada crezca.
Sin embargo sucede de repente que por azares del destino un día algo cambia y en una fracción de segundo al muro se le cae un ladrillo... y poco a poco por ese agujerito empieza a infiltrarse el tan temido sentimiento que además trae con él algo aún peor... el reconocimiento de una necesidad que se ha negado o reprimido por mucho tiempo y  es así que,  como los campos después de la primera lluvia todo comienza a renacer a través de un proceso milagroso.
Lo primero que aflora es el miedo, el preguntarse ...Qué es esto?  estoy sintiendo de nuevo! y el reconocimiento  de que aún sintiendo pánico y  ansiedad  al mismo tiempo el sentimiento es placentero e incluso desean abrirse a él.
Quizá haya quienes al percatarse de esta situación corran a cerrar el puente y reparen el muro para volver a quedarse encerrados pero algunos, los valientes se aventuran a seguir bajándolo  y a darse una nueva oportunidad de sentir, aún cuando son conscientes de que al hacer esto quedan nuevamente expuestos a la posibilidad de caer en las garras del monstruo del dolor.
Es este el momento cuando las personas deciden si quieren continuar con su existencia  como hasta ese momento o si prefieren atreverse sin importar el costo que esto pueda significarles. Cuando deciden si tienen más ganas que miedo de
Volver a sentir, de  volver a necesitar,  de volver a entregarse,  de volver a dejar de pertenecerse a ellos mismos, de volver a dejar que alguien o algo les robe el pensamiento día y  noche  y de que  invada por completo  ese rincón del jardín donde nada había para sembrar ilusión, amor, deseo y esperanza, pero que nadie garantiza se logren.
Volver a sentir es peligroso...muy peligroso, es un albur del que nadie nos asegura que saldremos bien librados pero como diría mi querido editor...
" Sólo haberlo sentirlo justifica una existencia".
Nunca dejemos que el miedo nos paralice y haga que dejemos pasar de largo la maravillosa oportunidad  de volver a sentir...  Por que sólo los valientes se atreven a dejar al corazón libre para volver a apostarle a la felicidad.

Felices reflexiones

Y

Tuvieron un sirenito! Jajaja (Rodo Padilla)

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