Perdonar siempre, olvidar... nunca

Una visita al museo de la Memoria y Tolerancia y ahí va la mente a volar, a pensar en el tipo de atrocidades que se han cometido por el hombre contra el hombre. El Holocausto, Los croatas, serbios y bosnios de la ex Yugoslavia, Darfur, Los tootsies y los Hutus, el Khemer rouge, La tierra arrasada en Guatemala,  y aquí mismo la guerra contra el narco... tantos muertos, tanta violencia, tanto odio y dolor y por otro lado ellos... los que se levantan como el ave fénix de entre la oscuridad y alzan la voz, los que hacen la diferencia... Gandhi, Martin Luther King, Schiendler y tantos otros que no se dejan vencer por el miedo. ¿De qué están hechos? nosotros ¿cómo reaccionamos? ¿qué hay en nuestras entrañas? será que acaso la disfunción narcotizante de la que hablaba Lazarfeld se ha apoderado de nosotros por completo y nos hace estar pegados a un medio electrónico leyendo y viendo, absorbiendo costantemente los horrores que se comenten contra los nuestros pero incapaces de movernos para hacer algo... nos sorprendemos, nos horrorizamos,  lo comentamos y lo reprobamos. Pero luego pasan los días y se vuelve solo otro hecho violento, otra fosa clandestina con cientos de cuerpos, otra muerta de Juarez, otro periodista asesinado... esta visita al museo me recordó algo.

Hace unos años decidí titularme, 16 años después de haber concluido la carrera, después de haber trabajado y tenido hijos, y lo hice con un diplomado de arte y comunicación visual. 

Volver a la universidad a los 39 años fue una de las mejores experiencias de mi vida pero esa es otra historia... el caso es que en una de esas clases los trabajos eran totalmente de expresión visual de los conceptos a través de lo que uno quisiera. Decidí centrarme en el tema de las ventanas que tanto me seducen por que como ya escribí en un blog alguna vez me parece que todos somos ventanas. Ventanas de ideas, de sentimientos, de formas y al final del día de la la perfección de Dios que nos ha hecho a todos tan diferentes y a la vez iguales. 

Ahí estaba yo uno de esos días esperando al ave de la inspiración que se acerca cuando menos la llamas  y se aleja cuando la persigues... decidí oír las noticias y pensar en otra cosa. 

      —Hoy fue encontrado otro cuerpo de una mujer en Juárez...

Entonces lo supe, eso era lo que quería mostrar en la ventana, la indiferencia ante "otra" muerta de Juárez que se volvía una noticia más entre un cúmulo de información que nadie pela.

Conseguí un caja mediana y la pinté de blanco le abrí una ventana al frente que se podía levantar para ver su interior y en las caras internas pegué recortes de los socialités de las revistas tipo Quién y Caras, se les veía celebrando en bodas, conciertos, coctéles pero todos mirando hacia el frente  y ahí venía lo bueno... me compré un émulo de Barbie —de esas que venden en el mercado por 20 pesos— y le quemé el pelo, la pinté con pintura acrílica rojo sangre, la corté, le amarré las manos tras la espalda y la pegué en la base de la caja donde la medio enterré con plastilina color arena de tal forma que ella era el centro de las miradas de los que estaban pegados en las paredes.

Para terminar recorté de un anuncio del palacio la leyenda "Soy totalmente" y la pegué alrededor en el exterior de la caja y en la parte de adentro que quedaba justo a la altura de los ojos cuando se levantaba la ventana escribí  J u à r e z con la misma pintura roja simulando sangre.

Sí, era un trabajo fuerte que por fuera engañaba y parecía ser algo que tenía que ver con moda o consumismo y cuando llegué al salón con mi caja nadie se imaginaba lo que llevaba dentro.

al llegar mi turno me levanté y escritorio por escritorio fui pasando delante de de mis compañeros uno por uno para que abrieran la ventana y miraran el interior;  sus caras cambiaban y sus expresiones lo decían todo... Era una sorpresa espantosa y el trabajo cumplía su objetivo impresionar al espectador y hacerlo reaccionar y pensar.

Realmente lamento no haber sacado fotografías de ese trabajo creo que lo hubiera podido donar al museo.

Han pasado varios años desde eso y es una terrible vergüenza que hoy en nuestro país y en otros tantos sigan existiendo este tipo de crímenes que permanecen impunes y que en LatinoAmérica ser mujer, pobre e indígena sea por mucho la peor condición que se puede tener.

Hoy es un buen día para que reflexionemos, para que decidamos NO nos volvernos indiferentes, no convertirnos en Zombies. Es difícil —casi imposible—pero aunque nadie puede sacar la capa de Batman y lanzarse a salvar al mundo, sí hay cosas, pequeñas acciones que desde nuestras trincheras podemos hacer y que hacen la diferencia como cada partícula de arena ayuda a formar una playa, lo único que necesitamos es que nos importe, que lo transmitamos a nuestros hijos, que firmemos peticiones, demos RT, denunciemos y ayudemos a hacerlo a quienes han pasado por eso y sobrevivido. Píénsalo porque podemos hacer del mundo un lugar un poquitito mejor de lo que hoy está ¿te late?

NO MÁS VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES... ¡NO MÁS!

Felices reflexiones