martes, 6 de diciembre de 2011

Remedios sencillos para el ánimo...

que como decía mi madre: bailando todo se arregla...






Abro los ojos y miro el mar, nunca cierro las cortinas pues dormir absolutamente a oscuras es una de esas cosas que no se hizo para mi, prefiero ver la luz del amanecer clareando el cielo y despertar así.  Me levanto como todos los días me envuelvo en mi cobija azul y salgo a la terraza para tirarme en un camastro y disfrutar del amanecer, cualquier otro día tuitearia un saludo o subiría una foto de la vista... hoy no lo hago,  no me provoca ¿por qué? no sé,  no estoy de humor, ni triste, ni nada, simplemente amanezco sin ánimo, con la pila baja...
Después de despachar niño a la escuela y marido al trabajo veo el reloj... 8:25 y yo aún en camisón... sopla el viento y hace frío, pero me levanto y salgo corriendo a ponerme pants y tenis, aún tengo tiempo para llegar a San Lucas a la clase de zumba...
Manejo por la transpeninsular que es un deleite y ver el mar brillando bajo el sol me anima, oigo la radio, la única estación que hay aquí en Los Cabos. 9:05 llego al gimnasio, entro corriendo y la clase está a punto de empezar, fiu, la libré... punto para la Fatal que logró llegar a tiempo...

Empieza a sonar la música y yo a mover el cuerpo y entonces el efecto terapéutico comienza a surtir efecto. Salsa y otros ritmos latinos de esos que nos obligan a mover las caderas cadenciosamente seguidas por música pop y rutinas de movimientos rápidos coordinados con pesas, ligas y pelota son suficiente para después de 3 canciones ponerme de muy buen ánimo y así Tino con su enorme sonrisa y sus tenis de lunares rojos vuelve a lograr la magia... amo su clase. Cómo podría no amarla si las ganas con las que baila son irremediablemente contagiosas, juro que daría mi reino por el super poder de mover la cadera y hacer esos pasos de belly dance con la soltura que él tiene...pero bueno hago mi mejor esfuerzo y eso, alguien me dijo, "cuenta un montón"... curiosamente creo que cada día lo hago mejor.

Después de una hora de baile termino sudando, jadeando, adolorida y cansada. Salgo de ahí sonriendo, lista para disfrutar mi día sintiéndome reanimada por completo.
Bailar, mover el cuerpo al ritmo de la música y dejarse ir en el movimiento es sin duda una de las mejores prácticas para que la sonrisa y el sentimiento de bienestar vuelvan a mi.
                                                             
felices reflexiones :)

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