lunes, 2 de marzo de 2015

"Not quite my tempo"...

Es probable que varios de ustedes hayan visto la película Whiplash que se llevó varios premios en la pasada edición del Oscar y en donde J.K. Simmons interpreta a un tiránico -y bastante loco- profesor de música que goza infundiendo terror a sus alumnos aunque "paradójicamente" en algunos casos este método totalmente denigrante, antipedagógico y castrante, lograba sacar la mejor ejecución de los alumnos, aunque a un precio que definitivamente ni el mejor del mundo -creo- quisiera pagar, o  bien conseguía llevarlos a la locura.
El hecho es que la película me hizo pensar en algunos de mis propios profesores y las excentricidades que muchos de sus alumnos tuvimos que soportar, por supuesto, nunca hubo nada comparable a lo que Fletcher hacía con sus pupilos, pero me hizo recordar a Miss Eloisa, mi profesora de Ballet durante varios años. Miss Eloisa era una solterona, perfeccionista, enfermiza y un poco loca, la verdad. Cada año montaba un Ballet completo para el festival de la academia y esto significaba mucho trabajo para ella y su equipo. Yo tenía 7 u 8 años la primera vez que bailé con ella, el ballet que había escogido era El Cascanueces. Lo primero que hacía era dedicar una clase a contarnos la historia para que todas estuviéramos familiarizadas con ella y pudiéramos tener una secuencia de cada acto, hacía la coreografía, contrataba una modista con la que diseñaba el vestuario, a un escenógrafo, encontraba el teatro, etc. nos ponía los bailes y de ahí en adelante todo era ensayar, ensayar y ensayar... se enojaba, nos gritaba, y nos hacía practicar una y otra y otra vez hasta que lo hacíamos bien. 
La cuestión es que nadie, o casi nadie, de las que estábamos ahí teníamos intenciones de ser bailarinas profesionales; en realidad nos gustaba la magia del ballet,  queríamos aprender los movimientos y desarrollar cierta gracia, ritmo y flexibilidad, pero de ahí a ir a tocar a la puerta de la Escuela Nacional de Danza había kilómetros de distancia, cosa que Miss Eloisa parecía no entender. Obviamente Faltar a un ensayo era motivo de expulsión del festival, y lo mejor venía durante los ensayos en el teatro... Duraban unos 4 días y tenías que estar ahí desde muy temprano en la tarde hasta morir. Ninguna otra cosa en la vida importaba, si tenías examen de matemáticas al otro día, o un concurso de spelling, o tu abuelo estaba en el hospital, daba igual, la cuestión es que le daba por ensayar los actos completos y si los ratones- que tenían 5 años de edad- tenían que salir hasta el final, pues nos tenía ahí jugando con ellas ¡para que no se durmieran! y cuando las mamás llegaban a decirle "lo siento pero tengo que llevarme a mi hija" ufff todo mundo sabía lo que seguía...  ella gritaba desde el escenario, decía que en ese momento no había nada más importante, que el ballet estaba antes que la escuela y muchas otras cosas, había pleito, enojos y hasta lágrimas y por un momento parecía que todo mundo la odiaba. Recuerdo una vez en que nos hizo repetir el baile no sé cuántas veces porque al final NO todas las miradas coincidían... de ese tamaño era su perfeccionismo. 

Lo curioso es que invariablemente llegaba el día del festival, todas bailábamos como Pavlovas, el ballet salía perfecto y el público se paraba a aplaudir, ovacionaba a la loca profesora durante varios minutos y  de pronto los malos modos, lágrimas, gritos y sombrerazos, y todo lo que hubiera pasado, se desvanecía entre la ovación como por arte de magia y todos éramos felices y así la historia se repetía cada año...

Sin duda Eloisa era una personaje, una loca que amaba hacer producciones titánicas sin tener mucha ayuda, mientras otras academias aún más grandes,  se conformaban con presentar diferentes bailes de cada uno de sus grupos que nada tenían que ver unos con otros. Era un fastidio, era mucho trabajo,  e implicaba hacer algún tipo de sacrificio o esfuerzo extra para todo mundo,  pero al final... Los aplausos y las caras de los papás eran la antesala de la gloria y sus alumnas nos sentíamos felices de haber sobrevivido el proceso.
No sé que habrá sido de ella, supongo que hoy en día tendría cerca de unos 68 años, pero lo que sí sé es que esa resilencia y tenacidad de nos inculcó con su disciplina férrea y esas ganas de hacer algo grande sin que nada se interpusiera en su camino, son parte de los grandes aprendizajes de mi infancia y adolescencia y por eso le agradezco profundamente el que haya sido mi loca Miss de ballet... 



Felices reflexiones...

http://youtu.be/jxWX52iwdYU

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