lunes, 28 de febrero de 2011

Made in Provo...

Escribí este texto hace un casi 6 años. Hoy la mayoría de los que vivíamos en Provo nos hemos ido  y la isla es completamente diferente. Fuimos afortunados, nos tocó vivir el fin de una era...una época de abundancia memorable de días de playa, cenas y las fiestas, una vida en shorts pareos y sandalias  enmarcada por el divino turquesa de las aguas del Caribe . Siempre queda en mi corazón el deseo de volver a la playa de Gracebay, caminar por su blanca arena y aspirar la brisa cerrando los ojos para recordar a mis hijos corriendo en la orilla, para ver a mi marido haciendo Kiteboarding en Longbay y sus grandes obras, para recordar a los 3000 trabajadores que llevó  con él a perseguir sus sueños, a los amigos, los que se han quedado y los que se fueron como nosotros...Una de las mejores épocas de mi vida se escribió en esta isla que tanto amo, sobre la blanca arena entre el mal y el cielo que atrapan el infitito en esa  fina raya en donde se juntan.  

Made in Provo

Hace unos días una amiga me dijo " ¡Doce semanas y regresas a México!"  aunque estoy feliz de regresar a mi casa, mi familia, mis amigos, museos, restaurantes etc.  siento una opresión en el pecho al saber que dejaremos atrás las delicias  del tiempo vivido en esta increíble isla que nos ha enseñado tanto, que hemos disfrutado y aprendido a amar a lo largo de estos tres años y que no cambiaría por nada en el mundo .
Providenciales, o Provo como la llaman los locales, tiene una magia ese "je ne sais quoi" que te atrapa si sabes dejar que te conquiste y te rindes ante sus encantos y una vez que lo logra es imposible sacarlo de tí. Sus aguas turquesa y sus blancas playas son sólo una de sus maravillas porque éstas se pueden encontrar en muchos otros lados,  la verdadera magia de estas islas se encuentra en las relaciones que se crean entre sus habitantes y la experiencia multicultural que ofrecen.

Los Arawak, los Taino, los Caribes, los Lucayans fueron los primeros habitantes... luego los ingleses que un día se marcharon en su mayoría pero dejaron a los esclavos negros que se apropiaron de los apellidos de sus amos y se quedaron con su acento tan  complicado de entender y algunas plantas de algodón que aún florecen cada año.  La mezcla de emigrantes haitianos  y dominicanos, su famoso Caracol y la langosta; los sand dollars en el fondo del mar y uno de los arrecifes más hermosos del mundo, se mezclan con su ambiente cosmopolita y ese ralentiado ambiente que parece decir ¨take it easy mon...  cuz like Marley used to say... airythin´s gonna be alright¨.

Sábado...empezamos  la mañana con una primera comunión totalmente multicultural en donde todos vamos de pipa y guante - cada uno de acuerdo con nuestras culturas-  para ver a un grupo de niños cuyas pieles que van desde el blanco nórdico hasta el negro mas nubeo que cuando se levantan y se vuelven para mirarnos desde sus asientos nos hacen pensar que quizá la paz en el mundo algún día sea un hecho y no solo una bella idea... eso… mis queridos sí es una experiencia religiosa.  Después de la celebración salimos al festejo en el  “Atabeyra” un velero divino que ya todos sentimos como nuestro...nos transporta a una isla  desierta lista para ser invadida por una horda de guerreros de entre ocho y doce años dispuestos a explorarla hasta sus últimos confines  mientras sus padres nadan, esnorkelean comen,  beben champagne y se divierten conversando y los acentos. irlandeses, Ingleses, canukis, aussies, gringos, kiwies  latinos, indios etc.  se mezclan como notas de una canción en el aire
vestidos de Sol y diversión  regresamos a una hermosa casa en la playa donde el festejo culmina con los adultos sentados en la terraza contemplando la maravillosa puesta de sol y los guerreritos” corriendo y jugando, presumiéndose unos a otros los “eco –tesoros”  encontrados durante el viaje que van desde sand glass, varas de formas caprichosas y piedras extrañas; hasta pedazos de vegetación marina de tamaño descomunal  que sólo Dios sabe por qué aceptamos traer con nosotros...

El maravilloso disco naranja desaparece bajo el mar y aún nos espera un evento, así que regresarmos a casa y nos alistamos para aisistir a un festival de baile donde nuevamente... todos —la misma banda— nos reunirnos para disfrutar un espectáculo perfecto... Y digo perfecto por que aún cuando es evidente a todas luces que el show es casero cien por ciento y hecho con recursos limitados explotados al máximo; el ver a  niños de todas las edades,  colores, tallas y clases sociales de este lugar disfrutando del placer de la expresión corporal en sus más variadas formas es algo realmente fascinante. Irish dancing, piezas de ballet clásico, tap, jazz, belly dancing, hip hop se suceden unos a otros para acabar en un baile de todos, que no es otra cosa más que una explosión de cuerpos, colores, culturas y movimientos en una armonía que nos susurra dulcemente al oído que si bien el mundo no es perfecto existen lugares y momentos que indudablemente lo son y que subitamente nos recuerdan dónde está la perfección de Dios…

Felices reflexiones...

1 comentario:

  1. Que bárbara, como se me antojó asistir a uno de estos festejos llenos de cultura, color y Dios. Te mando un gran abrazo y gracias por el momento de soñar.

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